Martes, 3 de Agosto.

Leningrado, tenemos un problema, mei dei, mei dei, al aparato Mijail Bulgakov, comandante en jefe de la nave espacial Soyuz quince; no podemos aterrizar ni en el lugar ni en las coordenadas previamente establecidas, una figura alargada de forma humana ocupa con su presencia nuestro espacio de aterramiento, ¿qué hacemos, Leningrado, qué hacemos?, el combustible empieza a escasear, los dos motores principales ya dan muestras de agotamiento, la tripulación está cansada, Leningrado, ¿qué hacemos?, mei dei, mei dei, Leningrado, ¿me oyen?, apenas nos queda energía, con la reserva no tenemos para muchas horas, aquí en el espacio el tiempo pasa muy deprisa; joder, Mijail, te ahogas en un vaso de agua, coño; no pasa nada, es el camarada Manuel Binoy, que está entrenando; tiene prioridad absoluta; en cuanto termine y despeje la zona baja la nave de una puta vez y mientras tanto relájate, pon el piloto automático, léete un libro y sigue dando vueltas a la órbita de la luna a la espera de recibir nuevas órdenes, ¿oído, Mijail?; oído Leningrado, oído, corto y cierro, puto runner de los huevos. Entre nosotros; hoy tocaba uno de esos entrenos que suelen llamarse de calidad; han sido veinte minutos de subida agobiante, cinco mil metros en veintidós minutos y medio y diez cambios de ritmo de dos minutos cada uno con uno de recuperacion; en total diecisiete kilómetros, bien y contento.