Miércoles, 22 de Septiembre.

Nota de prensa enviada a la redacción por Ricardo Montoliu, enviado especial, corresponsal permanente en la carretera de Las Aigues: si tenemos en cuenta que la lógica del vuelo de una mosca no puede explicarse con las leyes de la física moderna en la mano y si encima damos por buena la aseveración de que en este mundo nadie está en posesión de la razón absoluta, entonces no nos tiene que sorprender lo más mínimo el hecho de que un runner de las características de Manuel Binoy haya salido a correr esta tarde y sobreponiéndose a la pereza y a las pocas ganas iniciales haya completado un total de dieciséis geniales kilómetros, ocho de los cuales han sido de dura y constante ascensión hasta las puertas mismas del templo del Tibidabo, donde nuestro runner en cuestión ha sido bendecido por la mano derecha del Sagrado Corazón de Jesús, y tras la obligada y respetuosa genuflexión de rigor ha iniciado el camino de regreso, lanzándose como un poseso, disfrutando de la bajada, aumentando cada vez más el rimo de carrera, la música a todo volumen en sus oídos, cantando en voz alta, a grito pelado y llamando la atención de los transúntes que se lo miraban y no entendían nada o lo entendían demasiado y se apartaban cuando lo venían venir, una camiseta naranja chillona corriendo y cantando al mismo tiempo por las calles de la ciudad en una clara demostración de enajenación mental transitoria para ellos o de máxima felicidad desatada y sin complejos para él.