Domingo, 12 de Septiembre.

Bueno, por fin, después de todo ha valido la pena tanto tiempo de espera; han sido muchas semanas, por no decir meses enteros, intentándolo, aguardando con impaciencia a que llegara este momento; la verdad es que ya habíamos perdido toda esperanza y en más de una ocasión hemos estado a punto de arrojar definitivamente la toalla y dejarlo por imposible, pero esta mañana, por fin, nuestras oraciones han sido escuchadas y hemos tenido nuestro día de gloria, nuestro merecido premio a la constancia y a la perseverancia y aunque somos conscientes de que en pocas horas ya estará de nuevo en danza al menos hoy hemos conseguido que Manuel Binoy decidiera no salir a correr y se quedara en casa; sí, somos las molestias musculares, las temidas y odiadas molestias musculares, que durante el transcuso de la noche nos hemos instalado en los isquios de su pierna izquierda y con la inestimable ayuda de la prudencia que lo caracteriza hemos impedido que consiguiera su objetivo de llegar a los cien kilómetros semanales, quedándose sólo en setenta y cinco, cosa que a nosotras nos llena de honda satisfacción y nos anima a seguir trabajando y preparando el camino para que nuestra máxima expresión, la lesión, pueda apoderarse de él de una vez y para siempre y demostrarle así que nosotras siempre tenemos la última palabra y la sartén por el mango.