Miércoles, 25 de Agosto.

Entre mi cuerpo y yo hay una conexión tan fluída y un conocimiento mutuo tan profundo que cuando esta mañana me ha pedido el día de fiesta para poder descansar no he tenido más remedio que decirle que sí y sabedor de que nunca habla por hablar y de que sus peticiones nunca son gratuitas y siempre obedecen a poderosas razones de peso, hoy me he quedado en casa y muy a pesar mío no he salido a correr, sumando cero kilómetros que me han sentado como una patada en el centro mismo de las nobles partes, para llamarlas de alguna manera; eso sí, le he dicho que a partir de mañana y hasta el domingo se vaya preparando porque van a ser cuatro días intensos y sin cuartel; a muerte, le he matizado, y antes de que pudiera volver a decir esta boca es mía ha esbozado una media sonrisa y me ha hecho la siguiente promesa: contigo hasta el fin del mundo, soy tu cuerpo para lo bueno y para lo malo, en la riqueza y en la pobreza y seguiremos juntos hasta que las lesiones nos separen; pero estate tranquilo, me ha dicho, las tengo controladas y tardarán años luz en llegar; nos quedan muchas horas y muchos días y muchos soles para seguir amándonos en paz y en armonía; tú sigue dándome lo que necesito, orden y control, y yo te seguiré ofreciendo músculos sanos y fuertes.