Jueves, 26 de Agosto.

Como vocal primero y secretario de la Asociación de Cuerpos Maltratados por los runners y triatletas convulsivos, ACM para los amantes de las siglas, quiero dejar constancia de mi protesta más enérgica ante lo que considero un abuso de poder sin precedentes y una falta de sentido común rayana en el más grave de los despropósitos; se mire por donde se mire y se coja por donde se coja es inhumano que nos obliguen a salir a correr con las altas temperaturas que estamos padeciendo estos últimos días; treinta y cuatro grados centígrados de calor, unido al setenta por ciento de humedad relativa, creo que no son las condiciones más adecuadas para hacer ningún tipo de ejercicio físico; no lo digo yo, está más que demostrado y las mentes científicas más preclaras de este país así lo atestiguan con sus estudios e investigaciones más recientes; que se jodan los runners y los triatletas convulsivos de este mundo y que se queden en casa como lo haría cualquier persona con dos dedos de frente; opino que como cuerpos que somos deberíamos desfilar bajo la misma bandera, hacer un frente común compacto y homogéneo y una vez constituído y estructurado el gremio empezar a tomar medidas drásticas para evitar que en el futuro nos pueda dar el telele, léase golpe de calor mortal, por culpa del capricho de cuatro enfermos de la cabeza; hoy, sin ir más lejos, al cerebro que dirije, controla y gobierna todos y cada uno de mis movimientos, más conocido por Manuel Binoy, ignorando los peligros reales de su decisión y pasando olímpicamente de mis protestas y llamadas a la prudencia, se le ha ocurrido la soberana tontería de salir a correr a las seis de la tarde y no contento con eso y aprovechándose de mi indefensión, de ahí la urgente necesidad de unirnos, me ha obligado a completar un total de diecisiete kilómetros de carrera continua que me han dejado sin agua, más seco que el desierto del Gobi, con mi reserva de sales minerales bajo mínimos, a punto del colapso, y totalmente extenuado y para el arrastre; él, como ya va siendo habitual, los cerebros no se enteran de nada, los cuerpos nos enteramos de todo, en ningún momento se ha percatado de mi sufrimiento ni ha tenido la decencia de preguntarme cómo me iba encontrando a medida que íbamos recorriendo kilómetro a kilómetro; con el egoísmo que caracteriza a los runners y a los triatletas convulsivos, al finalizar el entreno y sin tener en cuenta para nada mi contribución, se ha limitado a sonreir, a disfrutar de su hazaña y a sentirse feliz y contento por haber superado una vez más las dificultades y haber terminado el día corriendo; todo ello sin darme las gracias a mí, que en definitiva soy su cuerpo y que sin mí sería incapaz de dar un solo paso; de ahí la urgente necesidad de unirnos y empezar a luchar por nuestros derechos y que nuestra voz se oiga y también podamos decidir; no siempre vamos a estar a expensas de nuestros cerebros; los cuerpos al poder, empieza la revolución; en próximas entradas daremos detallada información sobre el día y el lugar de la primera reunión que tendremos ya como colectivo; hasta entonces, un saludo.