lunes, 19 de enero de 2009

Lunes, 19 de Enero

Cuando esta mañana le he dicho a Airemi que tiene nombre de diosa griega y que me gustaría estar el resto de mi vida entrando y saliendo de su templo, se ha reído como sólo ella sabe hacerlo, con esa naturalidad y esa simpatía que te envuelven y te hacen querarla todavía más. Ayer por la noche, ya tarde, vino a verme Manuel Tintoré. Estuvimos hablando durante un buen rato. Es escritor, lleva años escribiendo una novela que no consigue terminar. Es demasiado perfeccionista. Su obsesión por hacerlo bonito, su excesiva preocupación por la forma, le lleva a reescribir la misma frase un montón de veces. Es capaz de estar ocho horas sentado ante la pantalla del ordenador y durante ese tiempo escribir sólamente un cuarto de página. Hemos quedado para vernos otro día y seguir charlando. Hoy, definitivamente olvidada la lesión de la pierna derecha, he hecho cuarenta y cinco mimutos de bici por la mañama y he corrido catorce kilómetros por el paseo marítimo de Vilanova. Hay momentos en la vida en los que uno debe sobreponerse a los inconvenientes, saltar por encima de los miedos y echar toda la carne en el asador sin importarle el fracaso.

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