domingo, 18 de enero de 2009

Domingo, 18 de Enero

Tal y como estaba planificado por la mente metódica y regular de Carles Aguilar, el entreno de esta mañana ha sido consumado, coronado con éxito. Hemos hecho veintitrés kilómetros y quinientos metros, dos horas y cuatro minutos de tiempo a un promedio de cinco minutos y quince segundos el kilómetro. Perfecto, sobre lo establecido. Hemos acabado contentos y satisfechos con el resultado final obtenido. Ultimamente solemos acabar los entrenos de la misma manera, con muy buenas sensaciones, señal inequívoca de que lo estamos haciendo bien, con cabeza e inteligencia. Hoy hemos gozado de la compañía de Rafa Carvajal, buena persona, un tipo que se hace querer, maratoniano como nosotros. La lesión que la semana pasada me hizo pensar lo peor, el gemelo de la pierna derecha, se ha portado bien y se ha olvidado de mí durante la primera hora del recorrido. A partir del kilómetro quince, ya en Sitges, bajando las escaleras de la iglesia, he sentido una pequeña molestia, más bien ha sido un dolor intenso, que me ha obligado a detenerme, y en un principio, curándome en salud, siendo prudente, evitando males mayores, tomar la decisión, siempre desagradable, de abandonar el entreno y volver a Vilanova en tren, andando o esperar a que Eaglerun y Rafa llegaran al punto de salida y volvieran a recogerme con el coche. Finalmente, después de haber hecho los estiramientos de rigor y viendo que el dolor había remitido algo, he pensado que podría seguir corriendo, y bajando considerablemente el ritmo, pendiente en todo momento del puto gemelo, he encarado el paseo marítimo de Sitges hasta que hemos llegado al hotel Terramar y ha sido en ese punto, metros antes de enfilar la carretera de La Mata, cuando en un arrebato controlado de rabia y desesperación he aumentado la velocidad de mi zancada, he apretado los dientes, he levantado la cabeza, he fijado la mirada al frente y apretando los puños he subido el ritmo de forma progresiva con la intención de comprobar cómo respondía el gemelo y al final ha respondido mejor de lo que esperaba, no se ha roto, ha soportado el esfuerzo, se ha portado bien, me ha permitido llegar corriendo hasta donde teníamos el coche, acabar el entreno en buenas condiciones, y ahora, cuando son las seis y diez de la tarde y los músculos y tendones ya están más que enfriados, tengo ciertas molestias en la pierna derecha, pero no creo que sean precursoras de ninguna lesión importante. Espero que mañana pueda cumplir con los quince kilómetros que nos tocan hacer según el plan que estamos siguiendo de cara a la próxima maratón de Barcelona, aunque la prudencia y mi amigo Eaglerun, siempre sereno y frío, son de la opinión que en lugar de salir a correr debería hacer una hora y media de bici, lo cual no estaría nada mal. Sería lo más inteligente, lo más aconsejable que podría hacer, ya veremos. En otro orden de cosas constatar que climatológicamente hablando nos ha hecho un día muy bueno, ha lucido el sol y sólo hemos pasado un poco de frío al principio, durante los cuatro primeros kilkómetros. He visto a Eaglerun muy bien, muy fuerte, muy puesto; si no surge ningún imprevisto, si todo le va como hasta ahora le auguro una buena y satisfactoria y correctísima maratón. Palabra de dios. (Total kilómetros a la semana: 23)

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