lunes, 12 de enero de 2009

Lunes, 12 de Enero

Intensa molestia, dolor agudo en el gemelo de la pierna derecha al caminar. Posiblemente causado por una sobrecarga muscular. Nada del otro mundo para el noventa por ciento de los mortales, pero un grave inconveniente para una persona como yo ( y como tantos otros) que padecemos la obsesión de correr. Creo que no exagero un ápice si digo que una lesión de estas características es una de las peores cosas que nos puede ocurrir en la vida, un jodido contratiempo ante el cual no tienes más remedio que proveerte de una gran dosis de paciencia no sin antes haberte cagado una y mil veces en la puta madre que parió a la mala suerte. Es como si de repente te hubieran quitado lo que más quieres y necesitas, te quedas echo polvo, desanimado, compungido, vacío por dentro, como si en tu horizonte personal ya no hubiera ninguna salida y te encontraras indefenso ante el mundo, sin saber qué hacer, lleno de pensamientos negativos, convencido de que esa lesión durará meses e incluso años, no sabes ni cómo tratarla ni a quién acudir, te entra el pánico, el terror ante la posibilidad de que tal vez no puedas volver a correr nunca más. Todos los sueños, todas las ilusiones, los entrenos, las horas, los momentos robados a la familia, los esfuerzos, los sacrificios que has tenido que hacer durante meses para preparar la próxima maratón se han ido a la mierda, no han servido para nada, te quedas a cero, con la puerta en las narices, convencido de que una semana sin salir a correr es tiempo más que suficiente para echar por tierra un plan de entrenamiento de noventa días. Son las nueve y treinta y ocho minutos de la noche. Como es natural hoy no he salido a correr ni he hecho nada de bici. Me duele la pierna y estoy cabreado, muy cabreado. No sé lo que me ha podido pasar. Ayer, en la media maratón de Sitges, creo que corrí bastante bien, sin forzar el ritmo y en ningún momento tuve la sensación de que sobrepasaba mis posibilidades. No lo entiendo, ayer estuve bien todo el día, no me dolía nada, no tenía ninguna molestia en ninguna parte del cuerpo, me encontraba de puta madre, contento y feliz, incluso, hablando con Eaglerun, comentamos, entre orgullosos y satisfechos, lo rápido y bien que nos recuperamos después de una carrera tan dura y exigente como es una media maratón, y sin embargo, esta mañana, nada más levantarme de la cama y poner los pies en el suelo, ya estaba cojeando. Esperaré hasta el jueves antes de salir a rodar. Mañana por la mañana intentaré hacer un poco de bicicleta, tomaré algún que otro antiinflamatorio, algún masaje con voltarén emulgel y enconmendaré mi alma a quien sea necesario para que se me pase pronto y desaparezca el dolor y la molestia y en pocos días pueda volver a sonreir y retomar los entrenos que junto a Eaglerun hemos planificado para preparar la maratón de Barcelona del próximo mes de Marzo.

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