Lunes, 9 de Agosto.

A la inesperada llamada de Xavier "la tentación" ésta tarde a las seis en punto, preguntándome si tenía intenciones de salir a correr y ofreciéndose para acompañarme si no tenía inconveniente alguno (podemos quedar de aquí a quince minutos, me ha dicho) he contestado con un sí tan firme y contundente que no ha admitido réplica por parte de nadie, y después de haber colgado el teléfono he recogido mis informes y los he guardado en mi carpeta, me he levantado de la mesa sin arrastrar la silla y he abandonado la reunión que en ese momento ocupaba mi tiempo en la embajada de la República Independiente de Ikea; el resto de participantes, en su mayoría empresarios, banqueros y miembros del gobierno, se han quedado asombrados, sorprendidos y con la boca abierta, sin saber cómo reaccionar ante mi actitud; han opinado que no les parecía nada serio el hecho de que incumpliera mi responsabilidad de esa manera tan poco ortodoxa; han intentado convencerme por todos los medios a su alcance e incluso me han amenazado a mí y a mi familia; han argumentado que se estababan tratando asuntos de suma importancia para la buena marcha del país y que mi opinión, sin ser determinante, tenía un gran peso específico; les he tranquilizado diciéndoles que si tenía que firmar algún documento me lo hicieran llegar mañana por la mañana a través de mi secretario personal y no les ha parecido bien; han apelado en última instancia a mi conocida profesionalidad y al compromiso de gobierno que adquirí en su día, pero todos sus intentos han sido inútiles, han caído en saco roto y mientras bajaba las escaleras que dan acceso a la calle he llamado por teléfono a mi chofer, le he pedido que por favor tuviera el coche preparado en cinco minutos y escoltado por dos motoristas de la Guardia Urbana, con la sirena incluída, he llegado a mi residencia de verano, un palacete del siglo quince cuyos interiores yo mismo me he cuidado de decorar, y previamente avisado de mi llegada, su eficacia nunca dejará de sorprenderme, mi ayudante de cámara ya me tenía preparadas y a punto mis Pegasus, la Kalenji, la camiseta de tirantes, las mallas cortas, los calcetines blancos, los auriculares JVC y el Creative Muvo; todo a punto para ser feliz; he dado la tarde libre a mis guardaespladas, he desconectado todos lo satélites de vigilancia, he ido a buscar a Xavier "la tentación" donde habíamos quedado y después de un afectuoso saludo hemos empezado a correr y al final hemos completado un total de dieciséis kilómetros de carrera continua; lo mejor de todo: me he sentido runner y persona.