jueves, 7 de mayo de 2009

Jueves, 7 de Mayo

Hoy me he despertado a las cinco menos diez de la mañana con los biorritmos en plena ebullición, en su máximo apogeo, los tenía super alterados, en la cima más alta de la montaña, en la línea más elevada de la gráfica, en la curva más cerrada de la carretera, en el kilómetro más largo y pesado de la maratón más dura y aburrida. Ha sido de repente, mientras dormía, tranquilo y relajado, descansando el cerebro, recargando las pìlas, preparándome para un nuevo día, la mente en blanco y vacía, simplemente durmiendo con los ojos cerrados (fuera de este mundo) mientras los visitantes de la noche seguían trabajando conmigo, reparándome por dentro, vigilando que nada se rompiera inesperadamente, que todo funcionara como estaba pevisto, llenándome las venas de sangre roja para poder seguir viviendo como cada día de mi vida y creo que ha sido en ese preciso instante cuando algo ajeno a mi voluntad ha provocado una fuga, un pequeño escape de la energía que hasta ese momento tenía almacenada en mis neuronas y ha sido como una tromba de agua cristalina, una avalancha (incontrolada) de nieve en polvo, una especie de cortocircuito en mi cabeza, un exceso de confianza y de optimismo que me ha roto el sueño, me ha despertado, ha hecho que me levantara de la cama como si me hubiera entrado un cohete por la parte posterior de mi cuerpo y a partir de ahí no he podido parar ni un solo segundo en todo el día, he cogido el tren a las seis y media para ir a mi lugar de trabajo, he llegado a las siete y cuarto a Barcelona, me he parado en un bar para tomarme un café con leche y un donut redondo sin dedo dentro, he empezado a trabajar a las ocho menos cinco, a las doce en punto he comido, a las trece y tres minutos he vuelto a trabajar, a las diecisiete treinta y seis he vuelto a coger el tren de regreso a Vilanova, a las dieciocho y veinte ya estaba en mi casa, he saludado a mi hija, le he preguntado qué tal le estaba tratando la vida, me ha contestado que de momento bien, me he ofrecido para ayudarle a hacer los deberes, me ha dicho que muchas gracias, pero que no hacía falta, me he quitado los pantalones largos, me he puesto los pantalones cortos, me he quitado la camiseta de manga corta, me he puesto la camiseta de tirantes, me he quitado las bambas que suelo llevar para vestir, me he puesto las Nike Pegasus, he salido a la calle, he ido a buscar a mi amigo y compañero de fatigas Carles Aguilar, hemos calentado durante veinticinco ninutos, hemos estirado, hemos empezado las series, doce de cuatrocientos metros, las hemos terminado, hemos hecho veinte minutos de enfriamiento, hemos vuelto a estirar, nos hemos despedido hasta el domingo que iremos a correr la media maratón de Girona y a las nueve y media ya estaba en casa, me he duchado, me he puesto el pijama, he cenado con mi hija, me he tomado un café con leche, me he sentado ante el ordenador y he empezado a escribir hoy me he despertado a las cinco menos diez de la mañana con los biorritmos en plena ebullición... La vida es maravillosa.

4 comentarios:

  1. Manel, m´encanta la teva manera de gaudir de la rutina. És genial que a on molts es perden, s éstresen i no saben que fer, altres siguin capaços de veure-ho com quelcom extraordinari.

    Arreveure.

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  2. Hola Manuel, eso es tener controlado un día entero, genial entrada...

    suerte el domingo en Girona..

    Un saludo
    Quique

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  3. Es curioso, hasta las 6 de la tarde sólo has hecho un par cosas: comerte un donut, ir a currar, comer... Pero, ¡ay amigo! A partir de esa hora has completado tu agenda de la mejor manera posible, desde estar con tu hija, ponerte las pegasus, hacer series, te has duchado (que bien sientan las duchas de después...), te has puesto el pijama...

    Eso es saber aprovechar bien TU tiempo. :) Un abrazo Manuel.

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  4. Qué suerte, cuanta energía! yo me he cansado solo de leerlo, pero se nota que disfrutas las cosas, todas las pequeñas y las grandes.

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