lunes, 2 de febrero de 2009

Lunes, 2 de Febrero

Ayer por la mañana, después de haber corrido veintinueve kilómetros a un promedio de cuatro cincuenta y siete, Eaglerun, con la punta de los dedos, rozó la euforia, la sintió en lo más profundo de sí mismo, ahí donde suelen experimentarse las sensaciones más íntimas y personales. Estaba contento, eufórico, exultante de alegría, convencido de que está perfectamente preparado para encarar la próxima maratón que nos espera. Sin pretender ser pedante, huyendo del autobombo, debo decir que de los treinta corredores que salimos del hospital de San Antonio Abad, él y yo fuimos los que marcamos el ritmo más vivo y constante durante todo el recorrido. Esta tarde he salido a correr y bastante menos cansado de lo que esperaba he hecho quince kilómetros.

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