jueves, 29 de diciembre de 2011

Cuando esta tarde he terminado de correr (hoy tocaban tres cambios de diez minutos aparte del calentamiento y del enfriamiento de rigor) me he sentido tan pleno y tan lleno y con tantas  ganas de ponerme a cantar a grito pelado que por un momento he pensado que no debo estar muy bien de la cabeza, que algún enlace en mis conexiones cerebrales debe andar suelto o que con el paso de los años voy perdiendo la ecuanimidad y la sensatez; tengo cincuenta y cuatro años y casi cada día, cuando doy por finalizado el entreno, me siento fuera de mí e incapaz de controlarme, dominado por la euforia, con las dosis de inconsciencia necesarias como para poder acometer la más osada de las aventuras, como por ejemplo comerme al mundo de un solo bocado o ir a rescatar, sólo armado con mis propias manos, a la princesa que está retenida bajo las fauces del dragón, y lo más seguro es que lo vencería, no me llevaría más de cinco minutos, lo reduciría a su mínima expresión con un solo y certero movimiento y lo dejaría en el más bochornoso de los ridículos, no porque me hubiera bebido la pócima preparada por un pueblo galo de la antiguedad, sino porque es tanta la confianza en uno mismo cuando hemos corrido bien y a gusto, tanta la autoestima cuando nos hemos esforzado en un cambio de ritmo y tanta la fuerza interior que se multiplica por mil cuando hemos llevado a cabo el entreno que teníamos previsto, que no hay nada ni nadie en este puñetero mundo que nos pueda parar e impedir que hagamos aquello que realmente deseemos hacer; cuando me veo a mí mismo apoyado en una farola, estirando los músculos, sudando en pleno invierno y vestido con mallas, camiseta de manga larga y guantes y un gorro en la cabeza, me digo que en condiciones normales no me atrevería a hacerlo; hay que estar muy pillado por los efectos alucinógenos del running para hacer lo que hacemos y encima estar contentos y repetirlo un día tras otro.

8 comentarios:

  1. Esos gritos son el resultado de la felicidad; sigue gritando.
    Un saludo.

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  2. Te suben fuertemente a la cabeza las endorfinas,eso es bueno, un saludo.

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  3. Manuel que razón tienes estamos pero que muy pillados.

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  4. Ni que lo digas, Manuel. Feliz año nuevo.

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  5. Es lo que nos motiva a seguir corriendo!
    Feliz año Manuel!
    bss
    Tania

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  6. Feliz año Manuel un abrazo y felices kilómetros

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  7. Feliz año amigo Manuel y que sigas gritando es buena señal,saludos

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  8. Qué bueno poder explicarlo a gente que lo entiende... :) Además, tus crónicas hacen subir las endorfinas de los que te leemos casi como si hubiéramos corrido contigo!!!

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