martes, 6 de abril de 2010

Martes, 6 de Abril.

Bien, bien y bien; hacía días que no disfrutaba tanto de una salida como la que he hecho hoy y la verdad es que desde que me vine a vivir a Barcelona todavía no había sentido esas buenas sensaciones que tantos momentos de satisfacción personal me había brindado el paseo marítimo de Vilanova o la subida a la ermita de Sant Cristòfol; no ha sido por nada en especial; no ha sido uno de esos entrenos de calidad en los que la adrenalida se nos acumula en la sangre y nos sale a borbotones por todos los orificios del cuerpo; tampoco es que me haya encontrado con nadie espectacular corriendo a mi lado ni que haya hecho el rodaje a unos ritmos estratosféricos; todo lo contrario, simplemente he salido a correr con la cabeza bien colocada sobre los hombros y con el espíritu y la conciencia en perfecta armonía con mi propia voz; he salido de casa a las siete de la tarde, he enfilado la Avenida de la República Argentina, he girado a la derecha por la Avenida Vallcarca, he pasado por delante de la parroquia Sant Jordi, he subido por la Avenida de Nuestra Señora del Coll, he entrado en el parque Guell, uno de los muchos legados arquitectónicos de Antonio Gaudí, le he dado tres vueltas por su parte más larga y después de una hora y veinte minutos ya estaba en casa, debajo de la ducha y sintiéndome extrañamente feliz después de unos días en los que mi estado de ánimo no estaba la altura de las circunstancias; lo reconozco; la vida es muy justa; la recompensa a nuestras acciones y a nuestro comportamiento con nosotros mismos y con los demás a veces tarda en llegar, pero al final, cada uno a su debido tiempo, tiene lo que se merece; dicen que la muerte es el final de muchas cosas, por no decir de todas, cuando a lo mejor es el principio de la verdadera existencia; una vez dejamos de respìrar y se enfría nuestro cuerpo porque la sangre ya no circula por nuestras venas, tal vez es en ese momento cuando empieza la verdadera vida, la auténtica, la genuina, la que vale la pena vivir, ese tiempo largo y eterno en el que no hay nada, ni obligaciones, ni responsabilidades, ni dolor, ni limitaciones de ninguna clase, ni enfermedades, ni alegrías, ni desgracias, ni noche, ni día, ni verdad, ni mentira, sólo nosotros liberados de nuestro cuerpo y viviendo de otra manera más libre y más suelta, sólo sintiendo lo que somos, nada, puro aire o energía; me gusta y me reconforta pensar que cuando llegue mi hora de marcharme de este mundo lo haré sabiendo que voy a seguir viviendo con los ojos abiertos y con la posibilidad de viajar y de ver muchos futuros que ahora están fuera de mi alcance; una existencia de cien años no es nada si la comparamos con la eternidad que nos espera a la vuelta de la esquina; no hay que temer a la muerte; en muchas civilizaciones y culturas la hora de la muerte se celebra como una gran fiesta... son las doce de la noche, estoy cansado, se me cierran los ojos, sé lo que quiero expresar, pero ni mi cabeza ni mis dedos son capaces de transmitir a la velocidad adecuada las órdenes que reciben de mi cerebro... lo mejor será que apague el ordenador y me vaya a dormir... un poco más tarde: he pensado en borrar esta entrada y no publicarla, pero no lo voy a hacer; así me ha salido y así la dejo; como dijo no sé quién, que cada uno aguante su vela; buenas noches.

12 comentarios:

  1. Hola Manuel, que profundo te ha dejado ese rodaje tan bueno, pero has dicho una verdad como un templo: "cada uno tiene lo que se merece".

    Un saludo
    Quique

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  2. Hola Manuel, está todo dicho, pero que tarde mucho en llegar ese momento.

    Un abrazo.

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  3. Manuel, me ha encantado este post de hoy. Seguro que echas de menos la pequeña parroquia de S. Cristofol, pero poco a poco te habituarás al nuevo entorno y nueva hora de entrenamiento.

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  4. Libro muy muy recomendado: Julian Barnes- nada que temer... piensa y razona con ese estilo socarrón tan inglés sobre tu tema de hoy, como enfrentarse a la muerte, desde el punto de vista de un ateo que, como en el caso del escritor, dice "No creo en Dios, pero a veces le echo de menos"

    un comentario muy bueno del libro en http://latormentaenunvaso.blogspot.com/2010/04/nada-que-temer-julian-barnes.html

    me lo agradecerás

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  5. Buena entrada, Manuel... muy profunda.

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  6. Muy bien Manuel, no se que decirte, me has deajado sin palabras.

    Un saludo!

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  7. cuidado que te ha dejado metafísico este rodaje. Me encantan estos post tuyos tan genuinos, tan profundos.

    Sigo imaginándote corriendo arriba y abajo hacia la ermita de S. Cristofol.

    Desde luego, cada uno de nosotros, mucho más allá de nuestro cuerpo físico, somos una fuente de energía. Un halito de fuerza que no puede apagarse simplemente cuando nuestro cuerpo lo haga.

    Gracias por estos post, Manuel.

    Un abrazo

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  8. Me alegro manuel de que disfrutes del deporte. A ver si dias como el de ayer se repiten a diario.

    Seguimos hablando.

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  9. Gran decisión dejarse llevar por tus piernas, y por tus pensamientos, y mucho mejor compartirla con todos nosotros y no borrarlas. Mientras llega ese día al que todos nos enfrentaremos, Karpe Diem.

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  10. Me quedo con la primera parte, en la que has disfrutado del entreno, y mientras tengamos este cuerpo.....¡¡¡¡a disfrutarlo!!!!, que quien sabe si luego podremos.
    Un abrazo.

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  11. Esta bien eso de disfrutar y correr por ese parque lleno de colorido puede hacer ameno el tiempo empleado en hacer kilómetros, en cuanto al paso a la siguiente vida, aunque sea la buena y la genuina espero que tarde mucho en llegar, tengo mucha ilusión por seguir haciendo kms en esta. Un abrazo Manuel. nos leemos.

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  12. Buena entrada, todas tienen su punto, esta sin duda está bien, como dicen por aquí, profunda pero cierta.
    Me alegra leer que cada día vas volviendo a encontrar la normalidad y disfrutar con ella. Un saludo!

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